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Entrevista a Manuel González Moreno, nuevo presidente de la Asociación de Editores de Madrid

“Los editores transmitimos conocimientos y cultura. Ponemos en contacto lo que unos saben…, lo que unos escriben, y lo que otros necesitan y desean conocer.”

El 18 de diciembre, Manuel González Moreno fue elegido por unanimidad nuevo presidente de la Asociación de Editores de Madrid para el próximo periodo de tres años.

En la actualidad, Manuel González Moreno es responsable del área universitaria y profesional del Grupo Anaya. Su trayectoria en el mundo editorial comenzó en los años 70 y, desde entonces, ha ocupado diferentes puestos dentro de las áreas del grupo, lo que le ha permitido adquirir un profundo conocimiento del sector.

Ha representado a su empresa en las instituciones relacionadas con el mundo del libro. Desde 2010 es miembro de la Junta Directiva de la Asociación de Editores de Madrid, en la que ha ocupado los cargos de tesorero, vicepresidente segundo y vicepresidente primero. Es, además, miembro de la Junta Directiva de la Federación de Gremios de Editores de España desde 2018.

De la conversación con Manuel se desprenden un profundo aprecio por el libro y el sector editorial, un espíritu reivindicativo que pide un mayor apoyo por parte de las instituciones y unos objetivos claros que aparecen en las primeras respuestas de esta entrevista.

 

PREGUNTA. Asumes esta presidencia en un momento en el que se mezclan las esperanzas por el fin de la crisis y una mayor sensibilidad hacia el sector por parte de las administraciones, avances tecnológicos que pueden ser una oportunidad… y al mismo tiempo con una realidad que nos habla de dificultades en el negocio editorial, de piratería y de una sociedad que no termina de ser lectora… ¿Cuáles son las líneas principales de actuación para estos tres años? ¿Dónde quieres poner el foco?

RESPUESTA: Nuestra actual Junta Directiva fue elegida hace un año con un programa que, en síntesis, refleja las preocupaciones y aspiraciones que comparten la práctica totalidad de nuestra industria no solo en Madrid, sino en toda España. Estas grandes líneas son, en lo que a nuestro Gremio se refiere: hacer crecer el tejido asociativo, crear nuevas comisiones de trabajo dentro de la Asociación para dar respuesta a las tendencias del sector, mantener y ampliar nuestra oferta de programas y ayudas al sector y, en lo que compartimos con el resto de nuestros colegas de la Federación de Gremios de editores de España, colaborar con las administraciones públicas en el fomento de la lectura y, por supuesto, poner en valor y difundir el papel del editor en nuestra sociedad y defender su aportación a la riqueza nacional y al incremento del empleo dentro de nuestra profesión.

P. ¿Qué estrategias nuevas te planteas para lograrlo?

R. Más que un plan estratégico sistematizado lo fundamental es lograr que nuestros más de 300 asociados puedan encontrar en su Asociación las ayudas puntuales que requieran de nuestros servicios de asesoría jurídica y laboral, y también que participen y se beneficien de nuestros ciclos de conferencias profesionales y de formación. Asimismo, es fundamental que puedan participar en nuestras comisiones sectoriales destinadas a canalizar los asuntos que afectan a las distintas ramas de la edición madrileña.

P. ¿Cómo es el sector editorial?

R. Al igual que sucede en todo el Estado, la mayoría de nuestros asociados son pequeñas empresas con volumen mediano en cuanto a catálogo y a personal. Predominan las pequeñas empresas con menos de medio millón de euros anuales facturación. Es un sector en el que es difícil competir para los editores, con un mercado que publica 80.000 títulos al año con una tirada media de 2.810 ejemplares.

Y dentro de este panorama, Madrid representa en cifras globales el 43% de la industria editorial española con un panorama muy diversificado donde conviven las grandes editoriales de libro de texto y empresas multinacionales junto con pequeñas firmas independientes que aportan una extraordinaria variedad de contenidos y publicaciones a sus catálogos. Tal vez por eso aquí la competencia sea más dura, pero a pesar de todo este es un sector que funciona con lealtad, tenemos una competencia donde, salvo contadas excepciones, se respetan las normas legales.

“Es imprescindible un plan de ayudas y reconocimiento a las librerías como el que desde nuestra Federación y nuestros gremios apoyamos.”

 

P. Es un sector que no podría existir por sí solo, que va de la mano de las librerías…

R. Exacto. Y en toda España hay una alarmante reducción del número de librerías. Aunque se siguen abriendo nuevos establecimientos, cada año desaparecen entre 200 y 300. Esta realidad provoca una mayor competencia y, con ello, que se esté pasando de la librería generalista capaz de ofrecer todo tipo de novedades editoriales y mantener vivos los títulos de fondo, a un modelo de supervivencia donde prima lo más comercial. Es un fenómeno comprensible, pero lo cierto es que la librería que atiende a todo tipo de públicos y todo tipo de publicaciones, empieza a ser ya algo difícil de encontrar en nuestras ciudades. Es verdad que los establecimientos especializados tendrán siempre presente y futuro, y no es menos cierto que la venta online es algo ineludible y obligará al sector a organizarse para dar respuesta a los desafíos que este fenómeno comporta, pero es imprescindible un plan de ayudas y reconocimiento a las librerías como el que desde nuestra Federación y nuestros gremios apoyamos, ya que sin las librerías una parte importante del sector editorial desparecería tal y como actualmente lo conocemos.

Librería. Manuel González Moreno, presidente de la Asociación de Editores de Madrid

 

P. ¿Es posible prever las tendencias en la industria editorial?

R. Es muy difícil. Una vez que aparece un fenómeno los demás lo siguen, pero ser el primero es una ventaja potencial enorme. También tiene un riesgo porque un éxito descomunal es muy difícil de repetir el año siguiente. Si un año has tenido un Harry Potter, ya puedes poner a la autora a escribir el siguiente, o de lo contrario la comparativa con el año anterior te va a aplastar. Siempre hay un final del filón. Hay editores que optan por mantener una línea modesta de ventas, pero continuada en la que el fondo y la novedad se complementen. Hay otros, por el contrario, que necesitan apuestas de novedades con resultados muy fuertes y continuos. Eso genera un estrés empresarial y profesional tremendo. Es más relajado, pero también exige trabajar mucho, mantener un catálogo mixto de novedades y fondo con cifras de ventas discretas ya que gracias a las ventas del fondo se pueden financiar, en buena medida, las novedades de años sucesivos.

“El fondo puede ser la clave del funcionamiento de muchas editoriales, que pueden vender entre el 70 y el 80% de su facturación gracias a libros ya publicados en años anteriores.”

 

P. Best selllers y fondo editorial, dos caras de la misma moneda…

R. Hay muchas formas de entender el negocio. Con el tiempo un fenómeno termina y comienza otro, se canibaliza. Saber acertar es necesario, pero lo difícil es continuar. Por eso, crear una editorial especializada con un catálogo reconocible y coherente, incluso sin grandes best sellers, es siempre una buena opción. El fondo puede ser la clave del funcionamiento de muchas editoriales, que pueden vender entre el 70 y el 80% de su facturación de libros ya publicados en años anteriores. El fondo es aquello que se publica pensando en un grupo no mayoritario de lectores y que el primer año puede vender el 40 y 50% de la tirada, pero el segundo, el tercero, el cuarto, quinto, y diez años después, sigue vendiendo lo suficiente como para justificar que sigan en catálogo, e incluso reimprimiendo periódicamente, situación que es la panacea de todo editor.

P. En cualquier caso, el editor siempre arriesga.

R. Siempre arriesga y no siempre se entiende su papel. Cada vez hay una mayor sensibilidad y respeto hacia lo que representa nuestro sector como transmisor de conocimiento. Ahora nuestro objetivo es informar. Ahí está la clave: mostrar el papel de los editores. Somos quienes transmitimos lo que unos saben, lo que unos escriben y lo que otros necesitan y desean conocer. Y es lógico que por ese trabajo obtengamos el beneficio que nos permita sostener empleos, pagar impuestos y mantener una actividad empresarial tan digna y tan legítima como cualquier otra, y que no debería estar en cuestión. Pero hay un estereotipo malintencionado sobre el editor, que lo dibuja como un personaje que cobra por lo que otros hacen. Esta simplificación es ,en realidad, una simpleza que nada tiene que ver con nuestro trabajo, con nuestra vocación, con los riesgos que asumimos con cada título que publicamos, con cada autor que apoyamos. Por eso es tan importante dar a conocer nuestra labor, que se reconozca ese esfuerzo y ese riesgo y que, desaparezcan de las actitudes de algunas autoridades y personajes públicos… y de demasiados particulares, esa mezcla incomprensible de benevolencia y demagogia por la que robar o reproducir ilegalmente los contenidos de un libro es algo equivalente a una travesura sin mayor trascendencia, “que hemos hecho todos “, o que la imagen de quien se lucra pirateando lo que otro publica sea la de un moderno Robin Hood que roba y devuelve al pueblo, previo negocio ilegal a su favor, lo que es de todos: la cultura y la educación.

“Necesitamos más medios especializados y el apoyo de la fiscalía en delitos contra la propiedad intelectual. La administración tiene que tomar conciencia de esta necesidad, porque está en juego nuestra industria cultural.”

 

P. La piratería es uno de los grandes males del sector. En 2017 se realizaron 419 millones de descargas ilegales en toda España. ¿Qué hace falta para terminar con esta lacra?

R. Es tan simple como difícil de conseguir: más recursos del Estado, en especial de la fiscalía, en esta lucha. No es tanto la existencia, o no, de una fiscalía específica contra la piratería intelectual, sino lograr un aumento significativo de medios  policiales, administrativos y judiciales suficientes como para combatir eficazmente esta lacra. Nuestras demandas en este sentido no pretenden dictarle al gobierno de la nación medidas legales de conveniencia corporativa, sino sencillamente que España cumpla con su legislación y se persiga con eficacia una forma de delincuencia que causa un grave quebranto económico, a la sociedad en general, incluida la correspondiente defraudación fiscal, y que amenaza con hundir la industria cultural en nuestro país donde tenemos el triste galardón de ser el segundo del mundo en piratería intelectual.

Lo que editores y otros agentes culturales (cine, música, entidades de gestión de derechos…) venimos reclamando desde hace años es una protección efectiva, como ciudadanos y como empresas legalmente constituidas, por parte de todas las instancias públicas concernidas en la persecución de la piratería intelectual. Desde la potenciación de la comisión ministerial encargada del cierre de páginas webs ilegales, hasta el incremento de la dotaciones especializadas de policía judicial que, pese a los pocos medios con que cuentan actualmente, están realizando un excelente trabajo… y no siempre reconocido, pero necesitamos conseguir esa protección en un tiempo razonable, y no cuando ya sea demasiado tarde.

Biblioteca. Manuel González Moreno, presidente de la Asociación de Editores de Madrid

“Es importante que el libro sea tratado con justicia por nuestras autoridades en los presupuestos de los organismos públicos. Nuestra industria aporta algo más del 1% del PIB nacional y a cambio solo pedimos que las bibliotecas de todos estén razonablemente surtidas de buenos libros y no de palabras solemnes.”

 

P. Recientemente el Ministerio de Cultura y Deporte ha decidido poner en marcha un programa extraordinario de dotación bibliotecaria para adquirir libros por 3,5 millones de euros en 2019. ¿Es una buena noticia?

R. Pues tenemos que acoger esta medida con una moderada satisfacción porque aunque estamos lejos de las cifras de compra institucional anteriores a la crisis queremos pensar que es un punto de arranque para recuperar lo mucho perdido en estos años. La reducción del apoyo a las bibliotecas durante la crisis fue muy drástica. La compra institucional de libros a cargo de las bibliotecas públicas en los últimos 8 años ha tenido un descenso brutal. En algunas comunidades autónomas ha decrecido por encima del 80% de lo que había antes de 2010. En el 2009, el primer año de la crisis, el Estado, en todas las administraciones públicas, llegaba a comprar 60 millones de euros en libros, que para la red de 6.500 bibliotecas públicas que hay en España era una cifra aceptable. A partir de 2010, y sobre todo en 2012 que fue un año tremendo, no se alcanzaron los 6 millones, o sea, más del 85% de reducción. Hubo comunidades en las que la reducción fue del 100% en ese año, porque era fácil reducir las ayudas públicas en ese terreno. Si suprimes la planta de un hospital se monta un guirigay y la gente sale a la calle a protestar; si reduces el 30% de las plazas docentes también se monta, pero si suprimes el 85% de ayudas al libro por la compra en bibliotecas, no sale nadie a protestar. Eso se llevó por delante a muchas editoriales, a bastantes librerías y a la dotación de las bibliotecas. Es importante que el libro sea tratado con justicia por nuestras autoridades no solo en los discursos oficiales, sino también en los presupuestos de los organismos públicos ya que nuestra industria aporta al Estado algo más del 1% del PIB nacional y a cambio solo pedimos que las bibliotecas de todos estén razonablemente surtidas de buenos libros y no de palabras solemnes.

P. ¿Cómo prevés la relación con las administraciones en este mandato?

R. Nuestro deber es mantener una relación fluida con la administración autonómica y con las corporaciones locales madrileñas sean del color que sean. Hay elecciones dentro de cinco meses y, gobierne quien gobierne, tenemos que aspirar a conservar, como mínimo, la actual relación con las instancias correspondientes del ejecutivo de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM), y también con el Ayuntamiento de la capital, ya que con ambas administraciones la relación es muy buena.

En el caso de la CAM y aceptando que todo susceptible de mejorar, no tenemos queja alguna del trato que estamos recibiendo de la Consejería de Cultura, y muy especialmente de la Subdirección General del Libro de la CAM. En los dos últimos años ha habido un incremento de las ayudas para los programas que desarrolla la Asociación por parte de la CAM, y se trata de mantener esa colaboración y de apostar por nuevos programas. El Concurso de Lectura es uno de los ejemplos de que cuando hemos contado con más recursos económicos, hemos podido rehabilitar y mejorar este programa. Hemos conseguido darle un nuevo formato al concurso y una nueva pretensión, y hemos logrado proponerlo a más de 1.000 colegios. La respuesta ha estado muy bien y cada año mejora. Y estamos contando con la ayuda de la CAM para que se pueda seguir desarrollando y ampliando.

En cuanto al Ayuntamiento de la capital, hacemos un balance favorable de la relación mantenida en estos tres años y medio con la Directora General de Bibliotecas, Archivos y Museos, y agradecemos su esfuerzo por mejorar las dotaciones de la red de bibliotecas municipales. Asimismo, confiamos en que la nueva corporación salida de las urnas en mayo de 2019 siga apostando por el apoyo a la Feria del Libro en el parque del Retiro porque esta feria, al margen de su innegable valor económico y cultural, es la feria del libro más concurrida de las que se celebran en el mundo, y editores, libreros y distribuidores, junto con el ayuntamiento de la ciudad y los numerosos patrocinadores del evento, no debemos perder ese puesto de honor.

Además, a través de CEDRO, que es otro de nuestros grandes aliados, esperamos seguir manteniendo, con las aportaciones de licencias y las que nos llegan por el canon digital, nuestros programas y actividades, como el premio Antonio de Sancha, las ayudas para la presencia de las Asociación en LIBER y el programa de Libros a la Calle, cuyos carteles ilustran los vagones del metro madrileño, autobuses de la EMT y autobuses interurbanos.

“Uno de los objetivos que nos planteamos es la creación, desde Madrid, de una comisión específica del libro Infantil y Juvenil.”

 

P. Infantil y Juvenil es uno de los sectores que más está creciendo…

R. Sí, dentro del gremio, las editoriales dedicadas a infantil y juvenil están creciendo exponencialmente en los últimos 5 años. De hecho, uno de los objetivos que nos planteamos es la creación, desde Madrid, de una comisión específica del libro Infantil y Juvenil, que incluso podría pasar a la Federación, pero inicialmente creemos que puede desarrollarse junto a las otras comisiones de nuestro gremio como las de pequeños editores, libro religioso y científico-técnico.

“De la formación integral de las personas, que pasa por los libros y por otras experiencias enriquecedoras de la personalidad, saldrán mejores ciudadanos.”

 

P. La venta de libros aumenta lentamente, un 2% el pasado año. ¿Somos un país lector?

R. España es un país donde los índices de lectura no son muy altos y, por falta de medios económicos, no abundan las campañas de gran impacto en la opinión pública por parte de las administraciones para fomentar la lectura. Paradójicamente, España es el cuarto o quinto país del mundo en producción editorial y, sin embargo, en el nivel de lectura hay casi un 40% de ciudadanos españoles que no leen libros. Este ratio de lectura está muy por debajo de los indicadores de los países de la OCDE. Si las cifras de títulos y hasta el volumen de negocio con más de 2.000 millones de euros anuales de facturación del sector son espectaculares es porque buena parte de nuestra producción se hace pensando en la exportación al mercado de lengua española de América, y nuestro idioma y nuestra cultura son grandes referentes en el resto del mundo y eso afecta a nuestras exportaciones de obras en español.

Pero es en nuestra casa donde tenemos un problema grave como es el de la comprensión lectora. Este es un factor que influye mucho en el nivel cultural de un país; porque no es tanto conocer lo que se puede leer, sino comprender lo que se lee y aprender a asimilarlo. La comprensión lectora afecta a la cultura, no solo como acumulación de los conocimientos académicos adquiridos, sino como cultura cívica. Y esto abarca también a la cultura política, en valores, a la salud democrática, a la cultura femenina… Todo estos activos culturales se deben adquirir de forma paulatina a lo largo de la vida de una persona con conocimientos asimilados por la reflexión intelectual individual, o compartida, y no se me ocurren mejores aliados de esta maduración intelectual y humanista que la lectura y el estudio.

De la formación integral de las personas que pasa por los libros y por otras experiencias enriquecedoras de la personalidad saldrán mejores ciudadanos. Si se incentiva a los alumnos en todas las etapas de su educación a leer, no tanto como obligación sino como pasatiempo y como parte de la aventura que supone conocer lo que atesoran los libros, esos niños y esas niñas aprenderán a entender la vida con todas sus emociones, placeres y tragedias… y seguro que serán mejores personas adultas y contribuirán a consolidar un país más justo y más prospero.

“La cultura y la educación tienen un reflejo directo en el nivel de prosperidad de un país”.

 

P. A algunos les costará ver la relación entre lectura y prosperidad.

R. No va a haber una relación directa entre que la mayoría de la gente lea 40 o 50 libros al año y que el nivel económico de esa sociedad, al cabo de 5 años, supere el 20% del PIB, pero en una o dos generaciones quizás sí se pueda ver. El ejemplo puede ser Corea del Sur. Corea terminó la década de 1950 devastada tras una guerra civil, dividida en dos estados, con unos índices de pobreza tremendos, y con ayudas muy dirigidas al sector militar por parte de EEUU y de Japón. Pero se ha convertido, desde el inicio del siglo XXI, en la 8ª potencia económica del mundo con un nivel tecnológico extraordinario, con unas industrias muy competitivas entre las grandes multinacionales del mundo, y lo ha hecho a través de un proceso de educación muy exigente. No se trata de que traslademos el modelo coreano a España, claro, pero algo podemos aprender; que la cultura y la educación sí tienen un reflejo directo en el nivel de prosperidad de un país, y si los libros no forman parte de la cultura, es una pata que está coja. Vivimos en un país que salió hace algo más de 40 años de una dictadura con unos niveles culturales muy bajos, y aún hoy no nos hemos librado del todo de esa rémora en relación,entre otros elementos negativos, con nuestros índices de lectura y con el desapego de parte de la población española hacia los libros. Si logramos en España que todo el mundo sepa a transmitir mensajes a través de WhatsApp,y nadie lea una página con 2.000 caracteres, seremos campeones del mundo en mandar mensajes, pero también estaremos en el podio de los más incultos del planeta.

P. ¿Qué estás leyendo en este momento?

R. Estoy leyendo las “Memorias políticas y de guerra” de Manuel Azaña, y también la última novela de Guillaume Musso, “La huella de la noche”. Dejo libros en diferentes partes de la casa. Puedo tener tres o cuatro en diferentes zonas. Si estoy comiendo, en la cocina tengo alguno. Luego en la mesilla de noche, pero ese dura mucho porque en cuanto me meto en la cama me duermo, y luego en el salón tengo un sillón de orejas y ahí es donde estoy leyendo las memorias de Azaña.

P. Manuel, dime un objetivo SMART para este mandato.

R. En Madrid hay unas 500 editoriales, pero sólo 300 están afiliadas a la AEM. Un objetivo es que al final de la presidencia, de estos 3 años, el número de afiliados haya crecido considerablemente.

P ¿Y un deseo?

R. Que terminen ya las consecuencias de la crisis para que cada mes haya sólo editoriales que se dan de alta en la asociación en vez de contabilizar también 2 o 3 bajas mensuales porque están pasando dificultades.